El Madrid no dio la talla
El Lyon se impuso a un equipo sin juego y sin sangre. Habrá que remontar en el Bernabéu el gol de Makoun. Toulalan, el mejor del partido.
Llegados a este punto está permitido enfadarse. Mucho, si apetece. Ya no vale hablar de equipo en construcción ni reclamar paciencia, que todo llegará. Ya no es posible encontrar una excusa que no ofenda. El Madrid se ha complicado una eliminatoria amable y ha salido de Lyon con un resultado que se aceptaría en algún infierno conocido, pero no en casa del cuarto de la Liga francesa.
Nada hay irreparable. Sin embargo, sería bueno que la derrota hiciera temblar algunos cimientos. La complacencia mata. De hecho, lleva cinco temporadas matando. Y nada ha cambiado en ese sentido. Se extraen optimistas conclusiones en la Liga que no sirven para la Champions y según los mismos razonamientos felices se renueva a jugadores aun antes de conocer el vuelo del equipo en Europa. Perdura una inclinación enfermiza a negar cualquier mal síntoma.
Y algo no termina de funcionar. Tácticamente, y más allá de otras consideraciones vectoriales, el equipo no se benefi cia del talento de sus estrellas, y me refi ero especialmente a Cristiano, por citar a quien nadie discute. Nada hay planeado que le deje en ventaja, ningún movimiento está pensado para hacerle más cómoda la existencia. Al contrario, el entrenador somete a los jugadores a una tarea excesivamente industrial que les apaga los brillos. La prueba es que no hay un solo futbolista a su mejor nivel. Y son once. Demasiados biorritmos decaídos como para creer en las coincidencias.
Motivación. Incapaz de dar ritmo al juego, el entrenador tampoco acertó como motivador. A falta de musas, ayer era una noche para ganar con el corazón. Lo hizo el Lyon y pudo haberlo hecho el Madrid, con los mismos corazones y con mejores futbolistas. El problema es que rara vez se sitúa la batalla en terrenos elevados y favorables, mano a mano para Cristiano o Kaká, espacio para Higuaín o metros para Xabi. El drama es que no se ha resuelto todavía la primera ecuación, la que deshace las teóricas tablas del once contra once.
Cuando el rival descubre el bloqueo de quien pensó superior experimenta un refuerzo anímico que le hace jugar por encima de la estadística. Le ocurrió al Lyon. En contra de lo que sucedió con el Madrid, todos sus jugadores estuvieron a su nivel o por encima. Toulalan y Govou se bastaron en la primera parte para acogotar al Madrid y fue un tiro al palo de Delgado el aviso más sonoro del empuje local. En esa mitad, el equipo de Pellegrini no cosechó más que las tarjetas amarillas de Xabi y Marcelo, ausentes en el Bernabéu.
El camerunés Makoun marcó el gol de la victoria al enganchar un disparo que se fue envenenando por el aire. Su gol fue un impacto y su historia también: en 2008 Makoun quiso recuperar el dorsal 17 del malogrado Foe (muerto durante la Copa Confederaciones 2003), cuya camiseta había sido retirada por el Lyon. Dijo que así heredaría la fuerza de su compatriota y debía tener razón. El Madrid apretó más y Cristiano fue víctima de un penalti al ser arrollado por el portero. Higuaín rozó el gol y el Lyon respondió a la contra. Nadie podía imaginarlo. Especialmente en el mundo feliz.